Ayer en Anduva, entre los focos, el verde césped del terreno de Anduva, entre el verde de la vestimenta del árbitro, el color blanco de la indumentaria del Numancia y el rojinegro de los jugadores del Mirandés, pues parece que era una amalgama de colores como para formar un arco-iris, aunque ayer no lloviera sobre Anduva. Y llegados al minuto 81 de partido, el centrocampista mirandesista Emilio Sánchez agarró al numantino Palanca, como para poner la "palanca" del freno y el árbitro por unos instantes concedía la ley de la ventaja. Pero como el avance de Palanca no prosperó, el colegiado catellano-machego paró el juego e inmediatamente se dispuso a amonestar al jugador mirandesista que, curiosamente, también llevaba el 8 a la espalda. Pero al árbitro se le "fue la mano" y la primera cartulina que se puso en su camino fue la roja, pero en décimas de segundo se dio cuenta del error, y entonces le mostró la cartulina que merecía, que era la amarilla. Este curioso detalle surgía ayer en Anduva entre el murmullo del público y la sonrisa de Emilio que lo tomó, tal vez por el resultado del momento, como de una simpática anécdota que podrá contar en cualquier momento que surjan "equivocaciones" sin trascendencia de este o aquel colegiado. Pero ayer el árbitro de Puertollano, Arcediano Monescillo, en menos tiempo que se "santigua un cura loco", le recordó a nuestro jugador y a todos los que en Anduva nos encontrábamos, los colores de la bandera española.
Es una anécdota y la contamos como tal.
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