La demencia, de esa que encanta a los aficionados al fútbol, se dio cita en Vallecas para honrar la vuelta de Rayo y Mirandés a la categoría de plata. En apenas 26 minutos la desangelada grada del estadio franjirrojo -debido, en parte, a la huelga de asistencia promovida por la Federación de peñas por el precio de los abonos- ya había visto multitud de situaciones que desembocaron en un 2-1, solo modificado por un latigazo de Andrés más allá de la frontal que puso la igualada con la que terminaría el combate.
Como decía aquel, vayamos por partes: Nada más empezar, el joven debutante Martín fue expulsado por un derribo a Matheus, algo que con seguridad no era su partido soñado. Poco después de que Pulido Santana consultara con el VAR para certificar la tarjeta roja, Álvaro Rey ponía por delante a los rojillos en un rápido contrataque dirigido por el propio Matheus.
Si esto ya podía parecer un empacho de ocasiones y tensión... nada más lejos de la realidad. No había hecho nada más que empezar. Los de Jémez se recompusieron sin grandes alardes para, gracias a dos penaltis por sendas manos, dar la vuelta a la situación y al partido.
Pasados los mencionados 26 minutos el duelo entró en formol, como si ambos conjuntos necesitaran darse un respiro después de un tramo que tardarán tiempo en olvidar, tanto los futbolistas como Pulido Santana, que el único respiro que tuvo fue al detener el encuentro para refrescarse por las altas temperaturas en la capital.
El frasco de la locura acabó agotándose cuando Carlos Julio, antes del descanso vio la segunda amarilla por una peligrosa entrada sobre Salvejich, dejando a ambos contendientes en igualdad de efectivos y allanando, o eso parecía, el camino a los recién descendidos, que durante la segunda se sintieron amos y señores hasta que Andrés se sacó un zapatazo para volver a poner las tablas en el marcador.
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