jueves, 4 de julio de 2019

Colaboración: "Alrededor del fútbol"


LOS ENCLAVES DE MIRANDA Y PONFERRADA COMO EJEMPLO
Hace un par de años al inicio de la temporada liguera me propusieron en As describir el mapa futbolístico de España. A ello se dedicaron las hojas de portada, Héctor Martínez se ocupó en trazar una cartografía comparada de las principales ligas europeas, Alfredo Relaño escribía sobre “Nuestra Liga y esa España que se vacía” y un servidor proponía “un viaje al interior” de su invertebración secular. El balón lo lanzaba el exdirector de As con una anécdota muy ilustrativa debida al amigo Robinson. A propósito de si el fútbol es un indicador del nivel de las ciudades le preguntaba Alfredo la diferencia exacta en Inglaterra entre City y Village. El ex del Liverpool y Osasuna contestó que City eran las que en la Edad Media tenían obispo, o sea, como ahora tener equipo en Primera, añadió con su proverbial sencillez.
Efectivamente, la Iglesia ha perdido peso, ni siquiera sé cuál es el equipo de Ciudad Rodrigo, les diré, por muy ciudad que se precie. Fíjense que incluso Salamanca aun contando con varios equipos, ninguno se encuadra desde hace bastantes años en el fútbol profesional. Cabrían muchos más ejemplos, Burgo de Osma cuenta con el Uxama, de reminiscencias latinas, pero no recuerdo si se mantiene en la Tercera División castellano leonesa. Y qué decir de Santiago y su Compostela o Toledo, arzobispado primado. En definitiva, ahora el nivel de las ciudades más bien viene indicado por su presencia en la Liga profesional como señalaba el bueno de Robinson. Ciudades de un poder simbólico o histórico como Tarragona, antigua Tarraco romana, o la Córdoba de Al-Andalus, acaban de perder esa categoría. La prueba más fehaciente se encuentra en la gigantez de la capital del estado y el horribilis vacui que la rodea. Si salvamos Valladolid, no hallamos en todo Castilla -incluida la Mancha y León- ningún equipo que milite en primera o segunda división.
Por ello que las excepciones de Miranda de Ebro y Ponferrada merecen un elogio particular. Más si cabe, puesto que pertenecen respectivamente a la provincia de Burgos, esa cabeza de Castilla ayer tan orgullosa, y a la de León, Legión romana, que en este siglo XXI no se cohonestan con su legado.
LaLiga maneja unas cifras de negocio en relación con el PIB nacional y la creación de empleo que trascienden el sector, como una de los principales industrias del país, con las multinacionales del Real Madrid y Barcelona de fondo. Por otra parte, Madrid fagocita buena parte de las inversiones. Nunca antes tantos de sus clubes habían llegado a la élite: a un Getafe europeo y Leganés sumamos Rayo, Alcorcón y Fuenlabrada en Segunda. Incluso en Segunda B se tiene noticia de equipos sin apenas historia como pueden ser el Rayo Majadahonda, el San Sebastián de los Reyes, el Internacional de Bobadilla o Las Rozas, más los filiales del Real Madrid, Atlético y Getafe. Sin historia pero pertenecientes al Madrid financiero con mayor renta per cápita.
El Mirandés y la Ponferradina se sobreponen a la crisis económica, a la pérdida de tejido industrial y poblacional con un modelo de gestión que viene a consolidarlos dentro de la sede de Torrelaguna 60. La Deportiva, club casi centenario, inició la senda, que no tiene intención de abandonar, con su primer ascenso a la Segunda en la temporada 2006/2007, ha bajado unas cuantas veces pero otras tantas ha vuelto. El Mirandés, también casi centenario, ha sido equipo de Tercera 50 temporadas y tenido la Segunda B por horizonte. Después de llegar a semifinales en la Copa, subió en ese mismo año de 2012, supo mantenerse cinco temporadas seguidas y regresar en su segundo intento. El anterior quedó campeón de grupo pero el Mallorca, hoy en Primera, lo noqueó.
No conozco de cerca a la dirección de la  Ponfe, sí en cambio, al Consejo de Administración del Mirandés desde su tan dolorosa conversión obligatoria en sociedad anónima, anclada en esa aldea gala sorprendida por el éxito, que ha contado a veces hasta con la incomprensión de su gente. De su presidente Alfredo De Miguel, Pastrana, puedo asegurar que ofrece un modelo sobrio de gestión digno de estudio en las universidades. Su pulso firme para desenvolverse en un entorno competitivo de desventaja, sin apoyos institucionales y empresariales de calado, y en cambio, evitando el camino más fácil de las trampas, que ha sido hasta hace poco el atajo seguido por esa canalla que no ha podido evitar poner sus manos en esto del balón: lo habitual era gastar sin reparos y acumular los impagos. Por ello, es indeclinable el orden y el control financiero que ha venido a establecer la liga profesional, en un principio incluso si una cobertura legal meridianamente clara. Como bien saben los lectores de Iusport la tenaz batalla se ha visto refrendada en el campo judicial y legislativo. De esta manera, el Mirandés se libró de un descenso de última hora en lo deportivo, a costa del administrativo del Real Murcia. Pero es que gracias a esta disciplina y control ciudades del rango de Murcia, Elche, Jaén, Huelva, Alicante... Incluso antes Oviedo, o Castellón o Logroño, se han visto apeadas de la órbita profesional por su mal hacer, su mala gestión ya retratada en el marco de la primigenia ley del deporte de 1990.
Bienvenidas, pues, vuestras banderas de nuevo al salón de LaLiga, Ponferradina y Mirandés.

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