Real Zaragoza 2 - Mirandés 0
Victoria clara y merecida de un Real Zaragoza que vuelve a la zona de promoción
Real Zaragoza-Mirandés
Costó al Real Zaragoza descifrar las claves del laberinto táctico que el Mirandés
planteó en su visita a La Romareda, como cada año. Supo sufrir y tener
calma el equipo zaragocista durante muchos minutos de fútbol atascado y
sin espacios. Pero, sin tener la necesidad de hacer un partido largo, halló la salida del jeroglífico con solvencia y, al final, incluso con brillantez.
Venció 2-0 e hizo merecimientos para haber logrado un marcador más
amplio en una noche en la que, con el sello de Raúl Agné, el bloque
zaragocista regresa a las posiciones de cabeza de la clasificación. Un
día redondo que abre las puertas a la esperanza tras dos meses de
zozobra.
El equipo de Agné encontró petróleo en los últimos 12 minutos del primer periodo, con dos meritorios goles que volcaron claramente el balance del choque a su favor justo antes del descanso. Fueron momentos claves, halos de luz en medio de una noche espesa de fútbol a causa del laberinto en el que el Mirandés convierte siempre sus entramados tácticos, especialmente en La Romareda. Porque, hasta que Cabrera marcó el 1-0, en el minuto 33, fruto del enésimo balón parado de la temporada, las sensaciones eran preocupantes para los zaragocistas.
El duelo arrancó y transcurrió durante infinidad de minutos en una trabazón tremenda. Terrazas, el singular técnico de los burgaleses, arroja las diez piezas móviles sobre el campo de tal manera que cubre todos los espacios. Ese 3-3-3-1, rareza del último trienio en Segunda, permite a los rojinegros tener siempre dos o tres hombres en la presión, lograr recuperar casi siempre las segundas jugadas o rebotes.
Y eso ocurrió ante la desesperación de los de Agné, a los que les costó ir descifrando cómo hacer cosquillas a la defensa visitante. Solo un dato para aclarar aún más este aspecto: el primer remate del Real Zaragoza no pudo fraguarse hasta el minuto 27, cuando el activo Edu García -extremo zurdo de partida- lanzó desde el borde del área como colofón a un pase de Cani y, tras dar en el cuerpo de Carlos Moreno, la pelota se marchó por encima del larguero a córner, con bastante fortuna para el portero castellano, que ya estaba rebasado.
Hasta ahí, rozando la media hora, el Mirandés tuvo más el balón. Fue un dominio inerte, con tan solo un disparo de su ariete, Pedro, que empalmó alto desde fuera del área un balón franco en el minuto 16. Pero el Zaragoza no lograba salir de atrás. No hubo tres pases seguidos por la pegajosidad del Mirandés en cada lance. Los clásicos pelotazos sin rigor de Cabrera, las malas decisiones esta vez de Fran en el ala derecha, los problemas de Marcelo Silva para enlazar con los medios… llegaron a oirse algunos pitos del graderío por la falta de recursos que, por momentos, evidenciaron del de Agné.
Zapater lo intentó desde atrás, pero Javi Ros alternó aciertos con yerros serios en pases sencillos. Lanzarote anduvo desaparecido por su lado. Cani, metido por el centro de enganche, tampoco tenía su noche en los pases últimos. Edu García, muy móvil, no desbordaba a Moreno y en sus aperturas de espacios nadie lo veía. Y arriba, Juan Muñoz, muy solo sin el ausente Ángel, naufragaba en el área, desabastecido. El panorama no era muy propicio para la esperanza. Sobraba voluntad, pero faltaba inspiración. Lo mejor era que el Mirandés tampoco asustaba. Hervás, su mejor lanzador, no tuvo tino en los balones que dispuso.
Y ahí llegó el 1-0 de Cabrera. Una falta lejana sobre Cani la volcó al área Javi Ros. Cabrera cabeceó en diagonal y Juan Muñoz estuvo a punto de superar al portero a bocajarro. Sergio Pérez salvó como pudo su testarazo con el pie y la pelota quedó muerta en el área para que, de nuevo Cabrera, fusilara raso con un derechazo certero. Premio gordo para el obturado Zaragoza. Y, desde ahí hasta el descanso, 12 minutos bien distintos a lo anterior.
Lanzarote estuvo a punto de gestar el segundo gol un minuto después, pero su centro a placer no lo recogió Juan Muñoz con todo a favor. Y, tras otro chut del mencionado Hervás que Ratón sacó a dos manos con apuros en el 41, en la continuación llegó el 2-0. Un golazo derivado de la única jugada ligada con criterio por el Zaragoza en todo el primer tiempo. Un ataque montado desde la medular por Juan Muñoz, muy vertical, que pasó a Cani que le acompañaba. Este le dio continuidad a la pelota hacia la izquierda, por donde entraba Edu García como un obús. El canterano remató raso, potente, y batió a Sergio Pérez ante el regocijo general y, sobre todo, el suyo propio, porque era su primer gol como profesional.
El intermedio fue esta vez un cuarto de hora de relax y alegría para los zaragocistas. Habían embocado un triunfo fundamental de la manera más certera, aprovechando al máximo sus escasas ocasiones en uno de los partidos más duros y trabados de la temporada. Con fe y confianza. Con paciencia y aplicación. Y superando, además, el inesperado hándicap de no poder contar con Ángel, que se marchó con su esposa al parto de su hija.
El segundo tiempo transcurrió según lo previsible. El Real Zaragoza, mitad especulando con su buen resultado, mitad gustándose en las contras ante un Mirandés que se vio obligado a irse arriba con todo. Terrazas fue incorporando gente de ataque con los cambios, pero no encontró sintonía en su aparato ofensivo en ningún momento debido a la eficacia y buena colocación, en líneas generales, de la zaga y la media aragonesa.
El 2-1 pudo llegar en un accidente, nada más reanudarse el juego, al despejar mal con el pie Ratón dentro del área y golpear en Sangalli, pero el balón no fue a puerta afortunadamente para el guardameta local. Fue lo único que amagó el cuadro mirandés. Todas las ocasiones claras llegaron en los contragolpes zaragocistas, por goteo. Fue la consecuencia de que todo el mundo mejoró el rendimiento del primer tiempo. Cani, excelente. Zapater, impresionante. José Enrique, genial. Javi Ros, tremendo. Edu García, asentado. Hasta Lanzarote, algo más apagado que de costumbre, encontró huecos y filtró balones de peligro. También Fran. A Juan Muñoz solo le faltó su gol en La Romareda, que se le resiste (solo marca fuera) y que tuvo en sus pies en el minuto 79.
Lo más bonito de la noche fue una contra armada desde atrás del todo por Zapater en el 75, que Cani culminó con un doble regate en carrera al borde del área y una vaselina que se le marchó fuera por centímetros. Una pena muy grande que no llegase ahí el 3-0. Lo mereció. La Romareda vitoreó al de La Paz como en los viejos tiempos, también después en su sustitución por Pombo, minutos más tarde. Edu García y Lanzarote también rondaron la portería castellana, así como la citada ocasión clarísima de Muñoz, tras una preciosa combinación que acabó con un centro de José Enrique y el rechace del portero visitante antes del remate del sevillano sobre el cuerpo del central Cruz.
La agilidad con la que jugó el Real Zaragoza en la última media hora, con jugadas colectivas que hacía tiempo no se veían tan seguidas en La Romareda, llenó el ojo de la grada con razones y trazas de que este bloque tiene ganas de progresar. El público se marchó a casa contento, satisfecho por la victoria que mete a su equipo de nuevo en los puestos de promoción de ascenso y, asimismo, por los modales mostrados en un día que había empezado con las dificultades previstas por el singular perfil del adversario. Ovación de gala para el equipo, caras alegres mucho tiempo después y un triunfo claro, merecido y lleno de valores positivos de cara al futuro inmediato. La reacción ha cuajado tras el cambio de entrenador.
Real Zaragoza: Ratón; Fran, Marcelo Silva, Cabrera, José Enrique; Zapater, Javi Ros; Lanzarote (Alex Barrera, 72), Cani (Pombo, 85), Edu García; y Juan Muñoz (Xiscu, 90).
CD Mirandés: Sergio Pérez; Carlos Moreno, Fran Cruz, Aurtenetxe; Ortiz (Rúper, 46), Maikel Mesa, Hervás; Sangalli, Guarrotxena (Abdón, 78), Bustos (Provencio, 61); y Pedro.
Árbitro: Medié Jiménez (Comité Catalán). Amonestó a Ortiz (37) y Fran Cruz (73),.
Goles: 1-0, min. 33: Cabrera. 2-0, min. 42: Edu García.
Incidencias: Noche fresca en La Romareda, 13 grados y viento molesto al inicio del partido (las 20.00). El césped presentó un aspecto aceptable. En las gradas, alrededor de 15.000 espectadores. Se guardó un minuto de silencio en memoria del boxeador aragonés Perico Fernández, campeón del mundo, fallecido durante la semana.
El equipo de Agné encontró petróleo en los últimos 12 minutos del primer periodo, con dos meritorios goles que volcaron claramente el balance del choque a su favor justo antes del descanso. Fueron momentos claves, halos de luz en medio de una noche espesa de fútbol a causa del laberinto en el que el Mirandés convierte siempre sus entramados tácticos, especialmente en La Romareda. Porque, hasta que Cabrera marcó el 1-0, en el minuto 33, fruto del enésimo balón parado de la temporada, las sensaciones eran preocupantes para los zaragocistas.
El duelo arrancó y transcurrió durante infinidad de minutos en una trabazón tremenda. Terrazas, el singular técnico de los burgaleses, arroja las diez piezas móviles sobre el campo de tal manera que cubre todos los espacios. Ese 3-3-3-1, rareza del último trienio en Segunda, permite a los rojinegros tener siempre dos o tres hombres en la presión, lograr recuperar casi siempre las segundas jugadas o rebotes.
Y eso ocurrió ante la desesperación de los de Agné, a los que les costó ir descifrando cómo hacer cosquillas a la defensa visitante. Solo un dato para aclarar aún más este aspecto: el primer remate del Real Zaragoza no pudo fraguarse hasta el minuto 27, cuando el activo Edu García -extremo zurdo de partida- lanzó desde el borde del área como colofón a un pase de Cani y, tras dar en el cuerpo de Carlos Moreno, la pelota se marchó por encima del larguero a córner, con bastante fortuna para el portero castellano, que ya estaba rebasado.
Hasta ahí, rozando la media hora, el Mirandés tuvo más el balón. Fue un dominio inerte, con tan solo un disparo de su ariete, Pedro, que empalmó alto desde fuera del área un balón franco en el minuto 16. Pero el Zaragoza no lograba salir de atrás. No hubo tres pases seguidos por la pegajosidad del Mirandés en cada lance. Los clásicos pelotazos sin rigor de Cabrera, las malas decisiones esta vez de Fran en el ala derecha, los problemas de Marcelo Silva para enlazar con los medios… llegaron a oirse algunos pitos del graderío por la falta de recursos que, por momentos, evidenciaron del de Agné.
Zapater lo intentó desde atrás, pero Javi Ros alternó aciertos con yerros serios en pases sencillos. Lanzarote anduvo desaparecido por su lado. Cani, metido por el centro de enganche, tampoco tenía su noche en los pases últimos. Edu García, muy móvil, no desbordaba a Moreno y en sus aperturas de espacios nadie lo veía. Y arriba, Juan Muñoz, muy solo sin el ausente Ángel, naufragaba en el área, desabastecido. El panorama no era muy propicio para la esperanza. Sobraba voluntad, pero faltaba inspiración. Lo mejor era que el Mirandés tampoco asustaba. Hervás, su mejor lanzador, no tuvo tino en los balones que dispuso.
Y ahí llegó el 1-0 de Cabrera. Una falta lejana sobre Cani la volcó al área Javi Ros. Cabrera cabeceó en diagonal y Juan Muñoz estuvo a punto de superar al portero a bocajarro. Sergio Pérez salvó como pudo su testarazo con el pie y la pelota quedó muerta en el área para que, de nuevo Cabrera, fusilara raso con un derechazo certero. Premio gordo para el obturado Zaragoza. Y, desde ahí hasta el descanso, 12 minutos bien distintos a lo anterior.
Lanzarote estuvo a punto de gestar el segundo gol un minuto después, pero su centro a placer no lo recogió Juan Muñoz con todo a favor. Y, tras otro chut del mencionado Hervás que Ratón sacó a dos manos con apuros en el 41, en la continuación llegó el 2-0. Un golazo derivado de la única jugada ligada con criterio por el Zaragoza en todo el primer tiempo. Un ataque montado desde la medular por Juan Muñoz, muy vertical, que pasó a Cani que le acompañaba. Este le dio continuidad a la pelota hacia la izquierda, por donde entraba Edu García como un obús. El canterano remató raso, potente, y batió a Sergio Pérez ante el regocijo general y, sobre todo, el suyo propio, porque era su primer gol como profesional.
El intermedio fue esta vez un cuarto de hora de relax y alegría para los zaragocistas. Habían embocado un triunfo fundamental de la manera más certera, aprovechando al máximo sus escasas ocasiones en uno de los partidos más duros y trabados de la temporada. Con fe y confianza. Con paciencia y aplicación. Y superando, además, el inesperado hándicap de no poder contar con Ángel, que se marchó con su esposa al parto de su hija.
El segundo tiempo transcurrió según lo previsible. El Real Zaragoza, mitad especulando con su buen resultado, mitad gustándose en las contras ante un Mirandés que se vio obligado a irse arriba con todo. Terrazas fue incorporando gente de ataque con los cambios, pero no encontró sintonía en su aparato ofensivo en ningún momento debido a la eficacia y buena colocación, en líneas generales, de la zaga y la media aragonesa.
El 2-1 pudo llegar en un accidente, nada más reanudarse el juego, al despejar mal con el pie Ratón dentro del área y golpear en Sangalli, pero el balón no fue a puerta afortunadamente para el guardameta local. Fue lo único que amagó el cuadro mirandés. Todas las ocasiones claras llegaron en los contragolpes zaragocistas, por goteo. Fue la consecuencia de que todo el mundo mejoró el rendimiento del primer tiempo. Cani, excelente. Zapater, impresionante. José Enrique, genial. Javi Ros, tremendo. Edu García, asentado. Hasta Lanzarote, algo más apagado que de costumbre, encontró huecos y filtró balones de peligro. También Fran. A Juan Muñoz solo le faltó su gol en La Romareda, que se le resiste (solo marca fuera) y que tuvo en sus pies en el minuto 79.
Lo más bonito de la noche fue una contra armada desde atrás del todo por Zapater en el 75, que Cani culminó con un doble regate en carrera al borde del área y una vaselina que se le marchó fuera por centímetros. Una pena muy grande que no llegase ahí el 3-0. Lo mereció. La Romareda vitoreó al de La Paz como en los viejos tiempos, también después en su sustitución por Pombo, minutos más tarde. Edu García y Lanzarote también rondaron la portería castellana, así como la citada ocasión clarísima de Muñoz, tras una preciosa combinación que acabó con un centro de José Enrique y el rechace del portero visitante antes del remate del sevillano sobre el cuerpo del central Cruz.
La agilidad con la que jugó el Real Zaragoza en la última media hora, con jugadas colectivas que hacía tiempo no se veían tan seguidas en La Romareda, llenó el ojo de la grada con razones y trazas de que este bloque tiene ganas de progresar. El público se marchó a casa contento, satisfecho por la victoria que mete a su equipo de nuevo en los puestos de promoción de ascenso y, asimismo, por los modales mostrados en un día que había empezado con las dificultades previstas por el singular perfil del adversario. Ovación de gala para el equipo, caras alegres mucho tiempo después y un triunfo claro, merecido y lleno de valores positivos de cara al futuro inmediato. La reacción ha cuajado tras el cambio de entrenador.
Ficha Técnica
Real Zaragoza: Ratón; Fran, Marcelo Silva, Cabrera, José Enrique; Zapater, Javi Ros; Lanzarote (Alex Barrera, 72), Cani (Pombo, 85), Edu García; y Juan Muñoz (Xiscu, 90).
CD Mirandés: Sergio Pérez; Carlos Moreno, Fran Cruz, Aurtenetxe; Ortiz (Rúper, 46), Maikel Mesa, Hervás; Sangalli, Guarrotxena (Abdón, 78), Bustos (Provencio, 61); y Pedro.
Árbitro: Medié Jiménez (Comité Catalán). Amonestó a Ortiz (37) y Fran Cruz (73),.
Goles: 1-0, min. 33: Cabrera. 2-0, min. 42: Edu García.
Incidencias: Noche fresca en La Romareda, 13 grados y viento molesto al inicio del partido (las 20.00). El césped presentó un aspecto aceptable. En las gradas, alrededor de 15.000 espectadores. Se guardó un minuto de silencio en memoria del boxeador aragonés Perico Fernández, campeón del mundo, fallecido durante la semana.
(EL HERALDO)
No hay comentarios:
Publicar un comentario