Tengo que confesar que desde la posición que ocupo en Tribuna, la jugada entre el portero del Mirandés Roberto y el delantero del Valladolid, Raúl de Tomás, pues que me pareció penalti. El árbitro Gorostegui Fernández estaba mucho más cerca de la jugada. Pero erró como luego se ha podido comprobar por las imágenes estáticas y por el reportaje televisivo. Roberto si tal vez tocó al de Pucela, fue con la yema de los dedos en las suelas de las botas. Un penalti que no tuvo que ser señalado. Y por otra parte, la pataleta del meta canario no le dá derecho para hacer lo que hizo lanzando el balón de la forma que lo hizo. Estos detalles el meta mirandesista en lo sucesivo los tiene que guardar en una caja fuerte y olvidar la combinación.
El "cuento de Caperucita" puede cambiar mucho si de por medio hay un grave error. La tarjeta tenía que haber sido dirigida al jugador por simular caída, se la llevó el más inocente que ni le había tocado, y este penalti trajo consigo la segunda cartulina. Pero esta sí, pese a la injusticia se la ganó a pulso el meta del Mirandés. El Mirandés es mucho lo que se venía jugando y no está bien que uno de sus integrantes "derroche" el dinero así como así.
Por eso tengo que insistir con un NO rotundo y un SUSPENSO, para los dos protagonistas. El tercero en discordía, Raúl de Tomás, fue el más "listillo" de la clase.
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