Por diversos motivos que no es necesario enumerar, hemos estado ausente unos días de este blog. Y volvemos embriagados de emoción. Lo dijimos en su día, eso sí, con los pies en el suelo y con la consiguiente moderación que en el partido de vuelta ante el Cádiz había que confiar y acordarnos del espíritu Tarrasa tras aquel partido memorable del 28 de septiembre de 1977 tras perder quince días antes en tierras egarenses,por 4-0, en Anduva se daba la vuelta con aquel inolvidable 6-1. Pues algo de eso hubo el domingo, ápareció el espíritu Tarrasa y el Mirandés ganaba por 4-1 a un conformista Cádiz al que le dió una auténtica lección que los partidos o las eliminatorias no se ganan sólo con tácticas especulativas sino que como el encuentro dura 90 minutos hay tiempo para mucho más que dedicarse a conformarse con la ventaja inicial de 2-0.simular golpes y otras artimañas. En un partido de fútbol la letra de cambio es a 90 minutos y hay que echarle otras cosas por el bien del fúbol y del espectáculo. Luego es muy fácil echarle la culpa al trencilla de turno, al empedrado o al drenaje. Lo que cuenta es que el Mirandés fue superior a un Cádiz que vino a verlas venir, y así les lució el pelo.
Los dos primeros los marcó Alaín Arroyo Nunca mejor dicho lo de que fluyó el Arroyo al lado del río.
El tal Vaquero (él no quería), hizo el tercero.
Y Haritz Mújica, "pouso" la rúbrica.
(En la foto Alain Arroyo, jugador que inició la remontada)
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