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domingo, 13 de noviembre de 2016

La táctica de Terrazas


Carlos Terrazas, el singular entrenador bilbaíno del CD Mirandés, ha hecho de su trabajo en el equipo burgalés un caso único en la plana y anodina Segunda División española en los últimos dos años y medio. Llegó a sustituir a Gonzalo Arconada en diciembre de 2013, cuando los rojinegros balbuceaban en sus primeros pasos en el fútbol profesional. Y convirtió a los mirandeses en un punto obligado de referencia táctica, no solo en el balompié español del presente, sino también en el marco europeo, donde también se han estudiado el dibujo táctico de Terrazas, puesto en práctica con éxito durante este tiempo.

Porque el Mirandés es el único equipo español que juega en el último bienio con un extraño dibujo estragégico que responde a un posicionamiento 1-3-3-3-1 sobre el césped de su once inicial. Un equipo largo, un bloque 'vagón de tranvía', que ocupa casi todos los espacios del campo de manera extensiva, sin ejecutar un repliegue masivo ni juntar sus líneas en tareas defensivas como suele hacer la inmensa mayoría del resto de equipos. Un diseño, el de Terrazas, que resultó siempre complicado de desactivar para los rivales, entre ellos el mismo Real Zaragoza, que nunca ha ganado en La Romareda al Mirandés (las dos visitas con el entrenador vasco se saldaron con triunfos visitantes por 0-1 y 1-2).

Terrazas dispone una defensa de tres. Sin más. Dos laterales y un solo central. Por delante, otra línea de tres centrocampistas, pero no un trivote. Cada uno responde al viejo concepto de volantes: un medio centro puro, un volante derecho y un volante izquierdo, los tres en la misma línea, a la misma altura del centro del campo. Más adelantados aparecen otros tres futbolistas, a modo de mediapuntas, también en línea, con los mismos roles geográficos: uno se mueve por el centro y los otros dos hacen de antiguos extremos. Y, la pieza que falta, es el delantero centro.


El objetivo de Terrazas es mandar en la trama del partido. Gobernar el guión. Obligar a que sean los demás los que se adapten a esta rareza que, por sí misma, genera siempre extrañeza a la hora de combatirla por parte de los adversarios. Porque, por momentos, la acumulación de centrocampistas en la zona ancha del campo es de hasta seis jugadores del Mirandés: los tres medios y los tres mediapuntas, lo que le otorga una superioridad escandalosa que permite robar rápidamente el balón y ser capaces de lanzar ataque en aluvión sobre el área rival, adonde llegan en oleadas. Los extremos son siempre veloces y profundos, y los volantes tienen la obligación permanente de llegar al área rival con olfato de gol en apoyo del '9', que nunca está solo.

El mayor riesgo de este dispositivo de Terrazas siempre lo tuvo atrás. En defensa, en los días donde los contrincantes le han encontrado las cosquillas, defender solo con tres zagueros ha resultado complicado para el Mirandés, como lo era para el pionero Barcelona de Cruyff en los años noventa. Una de las misiones de los tres centrocampistas es apoyar a los defensores a base de basculaciones, según por dónde venga el ataque sobre su portería. Pero eso suele crear disfunciones propias de la peculiaridad del punto de partida de los jugadores, que tienen que demostrar cada fin de semana una enorme listeza a la hora de interpretar esas permutas, esos balances defensivo-atacantes, que son muy llamativos para los analistas al tratarse de un equipo de Segunda División, no de la élite.

Hasta ahora, a Terrazas el plan le ha dado éxito. En Miranda han disfrutado de buenas temporadas, de tener un equipo solvente en Anduva, de ver goles con mucha facilidad (aunque también los hayan recibido). Pero en el último mes y medio ha llegado la primera vía de agua para el proyecto del técnico vasco. El Mirandés que llega a La Romareda lo hace obturado, con cuatro derrotas consecutivas, con seis jornadas sin ganar, apurado en la clasificación, donde es 18º, al borde de los puestos de descenso. Pero seguro que Terrazas no va a modificar su ideal. En La Romareda, volverá a aparecer por tercer año bajo la batuta del bilbaíno de las gabardinas un Mirandés que obligará a Agné a cambiar algunos mecanismos para que el Real Zaragoza tenga opciones de superar tantas trabas. Porque el Mirandés es eso: un conjunto de trabas para los demás fruto de la originalidad de la propuesta de Terrazas.
(PACO GIMENEZ en HERALDO)

1 comentario:

  1. Es sin duda un entrenador entregado, ambicioso y con todas las virtudes imaginables... y sus defectos... , me da la sensación que le es difícil manejar un grupo de trabajadores tan sui generis, tan peculiar, tan especial... como es un equipo de fútbol. Eso que ya es difícil para cualquier grupo de trabajadores, se convierte en especial para un equipo deportivo y si me apuras aún más para uno de fútbol, hay Carlos Terrazas no es buen sicólogo, (y no solo por animar grupos que eso sí) sino màs bien por manejar egos, eso que tanto nos repiten los entrenadores y decimos los aficionados "pues no es tan difícil, eso lo arreglo yo en un plis plas,..." pues es muy difícil y si no lo manejas bien puede ser tan peligroso como mala preparación física o entrenamientos etc... Y no me refiero solo a esta temporada sino a lo largo de las que ha estado con nosotros. Por otra parte siempre hace falta calidad, que esa por norma hay que pagarla, y no tenemos mucha, lo mejor se nos va y el mercado es caro, y Terrazas es muy exigente, a lo mejor le ha faltado estos años mano izquierda. en fin manos a la obra y mejorar en calidad y en todo en los entrenamientos diarios. ¡Aúpa Mirandés¡

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