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jueves, 21 de enero de 2016

Terrazas y Zidanes

Hay cierta inconsistencia a la hora de medir la talla de los entrenadores como tales. Su proyección efectiva en el tablero del ajedrez que también es el fútbol, depende en ocasiones no tanto de sus méritos y capacidades como de las circunstancias en que el azar ha colocado a cada uno. Tiene Terrazas casi los mismos años como entrenador que Zidane en su carné de identidad. Ha entrenado el segundo apenas un año en segunda B con grandes medios y mediocres resultados. Lleva Terrazas media vida en los campos de segunda y tercera sin haber pasado en ese tablero de la segunda fila. Comparo a estos dos entrenadores debido a que tal vez el rival de cuartos del Mirandés fuera ahora el Real Madrid, de no haber sido antes eliminado tan lamentablemente. Hipótesis baldía pues el mismo equipo rojillo debe su suerte a igual torpe eliminación de Osasuna.
Me sirve en cambio para proponer el contraste entre los que lo tienen todo a su disposición, méritos aparte, y a los que con una hoja de servicios bien rellena andan con lo justo.
Reflexiona en sus dilatadas memorias Francisco Ayala acerca de las ironías del destino, al considerar el modo cómo Luis Muñoz Marín, el antiguo gobernador de Puerto Rico, negoció y pactó la fórmula de asociación entre su hermosa isla y Estados Unidos, contribuyendo a un cierto desarrollo económico y político de su país que se le negaba, al tiempo que intervenía en alguna medida en la configuración y fisonomía del potente vecino. “La historia habla -apostillaba el centenario jurista y escritor- para bien o para mal, de Julio César y de Calígula, de Napoleón y de Hitler, pero no recuerda los nombres de quienes acaso rigieron con habilidad suprema y hasta con recursos geniales alguna pequeña comunidad de escaso relieve mundial.”
Si bien Florentino y muchos de sus colegas valoran más los negocios que la eficiencia deportiva, deberían considerar el uso de los recursos o de los talentos conforme a la consabida parábola. Si tanto se ajustan los costes económicos, de acuerdo con los cánones de la troika, habrá de saberse el coste cero de la plantilla de la ribera del Ebro frente a los millones desembolsados Castellana arriba. Así como cada euro gastado encuentra su contrapartida en forma de sudor y digna competición. Será que no hablamos el mismo idioma. Aun si ambos equipos se hubieran cruzado en la disputa copera cabría trazar mayores correspondencias.
Podríamos imaginar el efecto de las dotes laboriosas de Terrazas si estuviera en posición (¡colocación! sobre el verde tablero pide este año a sus jugadores) de ejercitarlas en equipos de talla XXL. Flaca memoria. Miren el currículum de Benítez tan inservible para el gigantismo y vedettismo del conjunto merengue. Lo mismo que el aceite con el agua. Una mancha. Lo mismo que la minuciosidad y ciencia de Benítez refracta sobre superficie tan blanca, la grandeza de miras del de Bilbao venía chocando contra todas las hostiles resistencias de un ambiente próximo como el de Anduva, o aldeano, de la aldea de Obélix, como la llamaba el otro gran entrenador de la reciente historia del Mirandés, Carlos Pouso, en el que parecía moverse mejor.
En fin, Carlos Terrazas es un mánager, puesto que dirige toda la parcela deportiva del club, que no cree en el fútbol entendido como negocio. Para él lo que determina las cosas es el juego, no los entornos. “Somos conscientes de que hay clubes con mucho mayor potencial por tener más historia, más solera, mayor masa social y abonados... Pero en el campo no hay tantas diferencias”, declaraba en esta misma temporada.
Es justo allí, el verde césped, donde el míster quiere verse con los rivales, bien pertrechadas sus ilusiones y proyectos desde hace tiempo. Es justo allí donde Zidane demostró ser uno de los más grandes, pero un metro más afuera su talento está por ver. Cuenta con enorme proyección sobre el tablero. Impulso florentino, maquiavélico tal vez, para lo que resta de temporada. Veremos.
BLAS LOPEZ-ANGULO


(Publicado hoy en As)

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