No sé quien dijo, aunque sí sé dónde, que sin "T" no hay paraíso". Y aquí diremos que "sin galarretas no hay fútbol". Al menos lo podemos decir por lo visto esta tarde en el primer acto y en el segundo. Un primer tiempo, ciertamente infumable. El Mirandés jugaba contra los canarios de los plátanos, de una forma "aplatanada" si vale la expresión. Jugando así tan sólo se podía aspirar al empate a cero. Y menos mal para los intereses mirandesistas que todo el manejo del balón de los tinerfeños eran puro fuego de artificio. Muy mal en el plan atacante que es lo que le ha salvado al Mirandés de la primera derrota de la temporada. Pudo extrañar, y extrañó, que en el campo estuviera Docal en perjuicio de ocupar plaza en el banquillo el joven jugador cedido del Athlétic, algo en lo que no vamos a entrar porque entre otras cosas, no somos el míster miradesista que sus razones tendrá y que respetamos. Pero sí se puede decir lo que vimos en la segunda parte, y seguro que lo vieron todos. Y es que con la entrada de Galarreta, los rojillos chuparon más y mejor de la teta". Nada tuvieron que ver los 45 primeros minutos con los 45 finales. Nada en absoluto. El Mirandés fue "otro" y "otro" el Tenerife a quien se le acabó el desparpajo. Y pudieron ser más los goles, pero dada la imagen del primer tiempo, todos salimos más contentos que unas castañuelas.
Y aunque las comparaciones sean odiosas, ahí va el dato: En la pasada temporada, tras vencer claramente en Jerez por 0-4, el Mirandés sumaba los tres primeros puntos y se situaba en el puesto 13ª, y en la misma jornada esta temporada, ya suma 7 puntos y está en puestos de "promoción de ascenso". Pero tengamos los pies en el suelo y vayamos pasito a pasito, pero eso sí, confiando en quienes con tanto orgullo visten el uniforme rojinegro.
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